La tradición del Belén lleva consigo que unos preparan el musgo, otros las figurillas, un tercer grupo se encarga de lo más central: El portal. Los más mañosos se hacen cargo del río (que baja desde la alta montaña), de la fuente y de la iluminación. No falta trabajo para nadie, ni tampoco falta imaginación para realizar este pequeño-gran misterio.
Mientras vamos colocando las piezas y delante de esas figuras llenas de vida (que hacen presente el nacimiento de Jesucristo en Belén) es fácil recordar las últimas palabras de
¡Qué significativo es que
¡VEN, SEÑOR JESÚS! Porque las gentes siguen explotadas y maltrechas, porque la libertad está maniatada, porque no acabamos de salir de la opresión, porque caminamos con lentitud y la marcha es larga, porque, en definitiva,
¡VEN, SEÑOR JESÚS! Para que los grandes almacenes no nos roben
Así el Belén de la tradición se convierte en el Belén de la realidad, en un grito a favor de la vida, del Señor Jesús ¿O no es eso lo que nos trae Belén?
Antonio Hernández-Carrillo