.....Las vacaciones... ese derecho de los trabajadores a disponer de tiempo para descansar. Normalmente las aprovechamos para conocer lugares nuevos, relajarnos, disfrutar con los amigos o con la familia, etc. Pero también nos pueden servir para aprender cosas nuevas, preocuparnos por los temas olvidados en otro momento y para “humanizarnos”.
.....Con esas ideas en la cabeza, Rosa y yo, este año nos planteamos volver a Guinea Ecuatorial donde habíamos estado trabajando, primero en proyectos de verano, y luego durante dos años (del verano de 1.991 al de 1.993), con una comunidad de seglares al cargo de la parroquia de Akonibe, que dirigen los escolapios. Este verano era el momento oportuno: la idea de que nuestros hijos conocieran donde habíamos estado siempre nos rondaba, y ahora con 12 y 10 años cada uno, tienen una edad ideal para enterarse de todo y poder disfrutar de un viaje así. Además, nuestro amigo Agustín, el médico de nuestra comunidad de Akonibe, está ahora trabajando en Bata, coordinando el proyecto de Atención Primaria de Salud de FERS y nos podía acoger en su casa. (Sin alguien allí, este viaje es una locura).
.....Cuando por fin nos decidimos y nos pusimos en contacto con Agustín, las cosas empezaron a salir rodadas: visados, vacunas, billetes... todo un jaleo de cuestiones que iban encajando como un puzzle casi sin darnos cuenta. Y todo eso, a pesar de nuestra preocupacion porque la otra vez tuvimos que dejar Guinea “invitados” por las autoridades por un malentendido que se montó tras visitar a un preso de la oposición. (Esa es una larga historia para otra ocasión).
.....El caso es que no tuvimos mayores dificultades en arreglar todo y estábamos en Bata el día 20 de julio (aunque Rosa tuvo que cruzar en el avión de Malabo a Bata con Rafita en brazos y nuestras maletas tardaron unos pocos días más en llegar). Por fin empezaba nuestra aventura...
.....Y no exagero al decir que se han cumplido la mayoría de nuestras expectativas. En primer lugar, creo que hemos sabido trasmitir a nuestros hijos que tenían que ir con los ojos bien abiertos a una realidad, en muchos aspectos, completamente distinta a la nuestra: formas de vida, de pensar, color, clima, etc. Pero también han sabido encontrar muchos puntos de unión con las personas concretas que nos hemos ido encontrando; por ejemplo, no han tenido ningún tipo de problema en jugar con todos los niños, charlar con ellos, compartir ratos y juegos.
.....Hemos reencontrado a un montón de personas conocidas: religiosos y religiosas, compañeros de trabajo, ex-alumnos... (a veces nos reconocían ellos a nosotros antes que nosotros a ellos). Y nos hemos sentido queridos y apreciados por todos. Esos reencuentros han sido la forma de sacarnos esa “espinita” que teníamos. Hemos podido presentar a todas estas personas a nuestros hijos, a Salomé “su abuela de Akonibe”, a Lucas, a Benjamín, a Tito, a Jacobina, al Padre Juan, a las hermanas del monasterio de Mba Sima... Con todos han hablado y han compartido su aprecio.
.....Pero también creo que hemos conseguido que no fuera un viaje pesado para Rafa y Jesús, solamente con reencuentros y charlas: han tenido mucho entretenimiento. En Bata han jugado un montón en los columpios con los niños, han visitado el mercado (¡impresionante!), han sido invitados a comer en las casas de la gente (Le ofrecieron tortuga o serpiente, pero al final fue antílope). Han podido visitar un mercado de artesanía, han visto una ciudad preciosa en muchos aspectos, pero llena de contrastes. Además creo que han desmitificado en parte el trabajo de cooperación y a las personas que trabajan en otros países(son de carne y hueso y también se toman una cerveza cuando termina el trabajo).
.....Por otro lado, como hemos estado mucho tiempo (cinco semanas), hemos podido viajar a distintos sitios: fuimos al interior, a Akonibe, donde estuvimos nosotros trabajando y conocieron nuestra casa, el hospital donde trabajó Rosa, etc. Han visto otra forma de vida mucho más rural, a las mujeres con su “nkué” cargado de leña, a los niños bañándose en el río... y el verde de la selva.
.....También hemos estado en la paradisíaca isla de Corisco, con playas de arena blanca prácticamente vírgenes y atardeceres de postal. Visitamos otra ciudad costera, Mbini, en las fiestas de su patrona, María Reina, con su celebración de tres horas de duración con cantos y bailes; y por la noche con los conciertos y bailes en la calle. Y han tenido oportunidad de ver muchas plantas y animales exóticos: un mono de nariz blanca, una cría de chimpancé, etc. Han comido algunas frutas tropicales, y comidas de país con mucho picante: sopa de cacahuete, envuelto de calabaza, cangrejo relleno, cocodrilo...
.....Nosotros esperamos que quede algo en su interior. Creemos que, por poner un ejemplo, el tener que ducharse con un cubo y un jarrillo, calentando el agua en un cazo, les hará apreciar más su ducha y el grifo con agua corriente y limpia. Ha sido un viaje inolvidable, y creemos que quedará en sus corazones, aunque ahora cuando les prenguntan solamente saben decir “ha estado muy bien”. También han aprendido algunas palabras en fang, como “Akiba” que significa “gracias” y “Nzama” que quiere decir “Dios”.
Fdo.: Rosa y Rafa