Antonio Hernández-Carrillo
Publicado en nº 115 del periódico "TU"
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----- En algunos pueblos y barrios están funcionando plataformas de participación ciudadana. En mi pueblo se ha constituido recientemente una de éstas con la esperanza de consolidar un cauce de convivencia. Tiene a su favor algo grande: 1) no la mueve ni mueve ni un solo euro y 2) ni socios ni directivos serán nunca profesionales que cobren sueldos, dietas o subvenciones. Todo esto por estatutos.
----- Es que en mis años de vida he visto derrumbarse grandes ideales políticos y grandes personas públicas por causa de los dineros y, por lo mismo, he creído y creo que la cosa pública es tan noble que exige vocación y afán de servicio. Solamente.
----- Y hay otra cosa muy interesante en las reglas de juego de la plataforma: la participación política y ciudadana sin partidismos. Porque en la vida de la plataforma no existen ni etiquetas, ni bandos, ni consignas. Nadie contra nadie y sí todos a favor de todos desde la ideología (siempre necesaria y siempre al servicio de la persona) de cada uno, claro. La cosa es, sin duda, muy difícil, pero apasionante y más en esta trama política actual en la que unos se afirman diciendo lo contrario de los otros.
----- Conforme voy escribiendo me voy acordando de tantos y tantos pasajes del Evangelio que indican la misma dirección que la plataforma: gratuidad, participación, ausencia de partidismo, opción por las víctimas y los últimos… Me limito a recordar uno solo: “Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen con su poderío. Entre vosotros no debe ser así, sino que si alguno de vosotros quiere ser grande que sea vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero que sea el servidor de todos; de la misma manera que el hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos” (Marcos 10, 42-45)
----- ¡Qué grande es el Evangelio cuando se toma en serio y se intenta vivir en medio del pueblo!
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----- En algunos pueblos y barrios están funcionando plataformas de participación ciudadana. En mi pueblo se ha constituido recientemente una de éstas con la esperanza de consolidar un cauce de convivencia. Tiene a su favor algo grande: 1) no la mueve ni mueve ni un solo euro y 2) ni socios ni directivos serán nunca profesionales que cobren sueldos, dietas o subvenciones. Todo esto por estatutos.
----- Es que en mis años de vida he visto derrumbarse grandes ideales políticos y grandes personas públicas por causa de los dineros y, por lo mismo, he creído y creo que la cosa pública es tan noble que exige vocación y afán de servicio. Solamente.
----- Y hay otra cosa muy interesante en las reglas de juego de la plataforma: la participación política y ciudadana sin partidismos. Porque en la vida de la plataforma no existen ni etiquetas, ni bandos, ni consignas. Nadie contra nadie y sí todos a favor de todos desde la ideología (siempre necesaria y siempre al servicio de la persona) de cada uno, claro. La cosa es, sin duda, muy difícil, pero apasionante y más en esta trama política actual en la que unos se afirman diciendo lo contrario de los otros.
----- Conforme voy escribiendo me voy acordando de tantos y tantos pasajes del Evangelio que indican la misma dirección que la plataforma: gratuidad, participación, ausencia de partidismo, opción por las víctimas y los últimos… Me limito a recordar uno solo: “Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen con su poderío. Entre vosotros no debe ser así, sino que si alguno de vosotros quiere ser grande que sea vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero que sea el servidor de todos; de la misma manera que el hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos” (Marcos 10, 42-45)
----- ¡Qué grande es el Evangelio cuando se toma en serio y se intenta vivir en medio del pueblo!
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