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sábado, mayo 15, 2010

"Instalados en la mediocridad, necesitamos profetas"

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Publicado en el Faro de Motril 08-05-10

 
Ignacio Peláez Pizarro





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      Ortega decía que a los españoles de su tiempo les pasaba que no sabían lo que les pasaba. Parafraseando estas palabras, podríamos decir que lo que nos pasa hoy es que no queremos saber lo que nos pasa.

      Porque la verdad es que nos pasa algo. Y algo serio. Basta asomarse cualquier día a cualquier medio de comunicación: tensiones, protestas, asesinatos, violencia, corrupción, y un largo etc.

      Pero no parece preocuparnos demasiado. Seguimos nuestra vida, alegre y confiada. Llenamos de consumidores los bares, las carreteras de coches y de miles de espectadores los partidos del Barça y del Madrid. Jugamos a las innumerables loterías por si la suerte y comentamos, delante de una cerveza, el último “pelotazo” del cantamañanas de turno, que no ha sido demasiado listo y lo han pillado con las manos en la masa.

      La verdad es que no nos gusta esta situación, aunque demos la impresión de no preocuparnos demasiado. Y no nos gusta porque en toda persona normal hay siempre un deseo de justicia y de dignidad. Prueba de ello son las muchas cartas de los lectores que llegan a los periódicos.

      Si no nos gusta la situación social, ¿por qué nos resignamos a ella? ¿por qué no reaccionamos y no nos levantamos contra esa mala situación?.

      Quizá sea que nos hemos instalado en la mediocridad. No somos ni fríos, ni calientes; medianamente tibios. Y con esa mediocridad vamos trampeando como buenamente podemos, a ver si vienen tiempos mejores y nos sacan las castañas del fuego.

      Nuestros políticos son mediocres; no parece que tengamos ahora hombres lúcidos, hombres de Estado, con clara visión de futuro y con carisma de auténticos líderes. Pero…los políticos no han caído de las estrellas; han salido de nosotros.

      Nuestros sindicalistas son mediocres; burócratas liberados, que no viven mal. Pero…también han salido de nosotros.

      La Universidad, llamada a ser lanzadera de la sociedad y su conciencia crítica, se ha masificado y convertido en una pesada maquinaria, de mediocre influencia.

      La pequeña pantalla y la grande están ambas traspasadas por la mediocridad de sus personajes, hasta el punto de vivir nuestro cine por las subvenciones. Pero tampoco han caído de las estrellas; han salido de nosotros.

      Y la Iglesia, con nada que perder, pero con mucho por hacer, da la impresión de caminar a medio gas, con prudencias excesivas y miedos infundados. Pero Iglesia somos todos los que nos llamamos cristianos.

      Instalados en la mediocridad: ése me parece nuestro principal problema. Con un cansancio vital y un pesimismo antropológico. El hombre de la pos-modernidad ha perdido la fe en la razón; ha perdido la fe en Dios; y ha terminado, lógicamente, perdiendo la fe en sí mismo. Se ha cerrado todas las puertas. Mediocre; ni frío, ni caliente…

      Por eso creo que necesitamos con urgencia PROFETAS. Porque el profeta es el hombre providencial que zarandea, sacude, incomoda, despierta, hace saltar. Ante el profeta no puedes ser mediocre: o le haces caso, o le combates.

      Necesitamos profetas que griten en el desierto de nuestra sociedad; profetas que nos obliguen a despertar de nuestra mediocridad y nos animen a luchar, porque “otro mundo es posible”; a luchar por una cultura humana y humanizadora, que ayude a que los hombres se reconozcan y vivan como hermanos.

      Necesitamos profetas que nos devuelvan la fe en nosotros mismos; que nos hagan comprender que el hombre, cada hombre, puede construir mejor su pequeño mundo. Necesitamos profetas que siembren de estrellas el mundo y de utopía nuestras vidas.

      Necesitamos profetas que nos hagan levantar la cabeza para poder mirar las estrellas.

Ignacio Peláez Pizarro
HOAC DE MOTRIL