Páginas

domingo, septiembre 16, 2007

Precarización laboral y represión social en Argentina.



Daniel E. Benadava.

Psicólogo.-


De acuerdo con las últimas cifras que recientemente publicó el Instituto Nacional de Estadística y Censos - INDEC - de la República Argentina, en el segundo trimestre del 2007 el 8.5 % de la población económicamente activa de dicho país se encontraba desocupada.

Ahora bien estos datos, que seguramente serán útiles para cosechar votos en favor de la candidata a presidenta que apoya el actual gobierno en la elección presidencial que se desarrollará el próximo 28 de octubre en la Argentina, no logran reflejar las represiones de las que son víctimas numerosos trabajadores del mencionado país sudamericano que luchan por conseguir mejoras salariales y, en ocasiones, pagan con su vida el anhelo de conseguir una retribución justa y digna por su trabajo.

Tal fue el caso, por ejemplo, del profesor Carlos Alberto Fuentealba quién murió el 5 de abril a consecuencia de la granada de gas lacrimógeno - una de las tantas que las fuerzas de seguridad neuquina utilizaron para dispersar a los maestros en lucha - que le impactó en la cabeza mientras participaba en la provincia de Neuquén de una marcha docente que reclamaba mejoras salariales.

Tampoco las últimas estadísticas que realizó el INDEC alcanzan a mostrar la " intolerancia " con la que muchos de los gobernantes, y ex funcionarios, actúan frente a las numerosas protestas gremiales que en estos tiempos existen en la República Argentina. Así, por ejemplo, fue el ex Ministro provincial Daniel Varizat quién, el pasado viernes 17 de agosto, protagonizó un repudiable acontecimiento atropellando a 17 manifestantes que participaban pacíficamente, en la Provincia de Santa Cruz, de una manifestación en la que alrededor de 3000 trabajadores reclamaban mejoras laborales y salariales.

En íntima relación con este último hecho, en un multitudinario acto realizado en Santa Cruz el pasado 21 de agosto, Monseñor Juan Carlos Romanin realizó un llamado, tanto a las autoridades provinciales como a los referentes políticos, a cesar con las violencias y agresiones que atentan contra la paz y la justicia; y a respetar, defender y reconocer la vida de todos los hombres y mujeres en una sociedad, como la argentina, que se encuentra resquebrajada y partida.

Por último, las mencionadas cifras ofrecidas por el INDEC en nada son significativas para dilucidar la precariedad contractual en la que muchos trabajadores argentinos desempeñaba sus tareas cotidianamente. En efecto, en el transcurso de los últimos años la mayoría de las multinacionales que tienen filiales en la Argentina ya no contratan mas a sus empleados sino que, por el contrario, utilizan a " empresas terciarizadoras " para reclutar trabajadores que ofrezcan los bienes y servicios que las multinacionales brindan.

Esta novedosa modalidad contractual trajo aparejada una preocupante precarización laboral ya que, por ejemplo, los trabajadores que tienen relación de dependencia con las " empresas terciarizadoras " obtienen un tercio del sueldo que cobrarían en caso de trabajar, realizando idéntica tarea, en forma directa para la multinacional que representan.

Desafortunadamente, a través de este camino de represión social y precarización laboral, las autoridades nacionales y provinciales de la República Argentina parecen no lograr comprender, como bien lo expresó recientemente Monseñor Juan Carlos Romanin, que si no se logra crear un contexto laboral y social de paz en la República Argentina se llegará a un extremo incontrolable en el que la gente hará Justicia por mano propia.

Estas últimas palabras que conmocionaron el ámbito político y religioso de la Argentina son " útiles " para que, tal como décadas atrás lo manifestaron los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín, aquellos que tienen una mayor participación en la riqueza, la cultura y el poder, no retengan celosamente sus privilegios de clase o los defiendan empleando medios violentos ya que, de continuar con esta actitud egoísta y mezquina, serán ellos los responsables ante la historia de provocar " las revoluciones explosivas de la desesperación ".