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miércoles, agosto 11, 2010

ORAR EN EL MUNDO OBRERO


20ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (15 agosto 2010)



El fuego de Jesús es una pasión de amor real generador de justicia y de dignidad humana para todos.

Es el fuego del amor del Padre, que sigue oyendo y sufriendo en sus entrañas los gritos de los esclavizados.

Es el fuego –llamaradas de fuego- del Espíritu, que arrebataba a Jesús, arrebató y sigue arrebatando a los profetas.


He venido a prender fuego a la tierra y ¡cómo desearía que ya estuviese ardiendo!


19 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (8 agosto 2010)

Estamos ya en la mesa del Reino.

Jesús viene, viene de continuo “a casa”, a la comunidad.
Viene de incógnito.
Viene a alentar nuestra pequeñez, a iluminar nuestra noche, a despertar nuestra somnolencia, a repartir el servicio de la comunión.
Solamente así, con su venida acogida, preparamos la Gran Fiesta final, en la que toda la faena habrá fructificado en plena y universal comensalidad.
La mesa del Reino, nuestro verdadero y único tesoro.
Donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón” (Lucas 12, 34)


18ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (1 agosto 2010)



La revelación del Dios de la Vida y del Amor, divino y humano, lo cambia todo.


La razón de vivir no está en el tener y en blindar la propia seguridad y disfrute.


Porque no hay razón alguna para el miedo y la inseguridad:


somos personas valiosas para el Padre y para los hermanos.


La libertad personal se cifra y se cualifica en el amor:


A vosotros, hermanos, os han llamado a la libertad; solamente que esa libertad no de pie a los bajos instintos. Al contrario, que el amor os tenga al servicio de los demás (Gálatas 5, 13)


17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (25 julio 2010)



La oración es comunicación-diálogo con Dios.

¡Qué cosa más normal que hablar, y hablar bien de quien nos quiere!
El primero Dios… porque Dios es nuestro primero y principal Amor.
La oración es comunicación-diálogo con Dios:

Tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama.
(Teresa de Ávila)





16ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (18 julio 2010)



A veces se nos olvida lo más humano, lo más importante.


Lo primero es la comunicación, hecha de escucha.


La comunicación, si es personal, es ya la mejor comunión: las personas se abren entre sí, comparten su misterio, se enlazan en el amor.


Jesús es lo más humano: no hacía más que comunicar-se y escuchar (al Padre, a cada persona).


Con María, nos sentamos “a los pies de Jesús para escuchar sus palabras” (Lucas 10, 39)


15ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (11 julio 2010)


Espiritualidad. Humanización… ¡Bellas palabras!


La Espiritualidad es la Humanización. Dios se hizo hombre, se hace humano. Y la única “razón” de ese Misterio, no abstruso sino desbordante, es el Amor Compasivo y Misericordioso.


Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6, 36)



Encargados de una misión en la que no buscamos nada para nosotros.

Somos encargados de una misión en la que no buscamos nada para nosotros mismos sino solamente para los otros, para los pobres y empobrecidos. ¡Muy extraño! Sin embargo, es lo humano, lo verdaderamente humanizador: somos nosotros en la medida en que somos-vivimos con, por y para los otros.

Este fluido de amor no tiene origen humano, mana del Padre por Jesucristo:

“Yo unido con ellos y tú conmigo, para que queden realizados en la unidad” (Juan 17,23)






“Sígueme”: una llamada fuerte y apremiante.

Seguir a Jesús es caminar con él, vivir como él, esperar como él, amar como él, sufrir como él…, VIVIR EN ÉL.

Ya no vivo yo: es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20)







Sembrar y fructificar vida.

Es de humildes y de valientes a la vez optar por seguir a Jesús. ¿Quién puede recorrer como Jesús su camino de libertad y entrega solidaria hasta la muerte? Jesús descarta todo afán de poder o triunfalismo humano. Su opción es sembrar y fructificar vida para todos en el surco de la negación de sí mismo y del cargar la cruz.

SÍ podremos recorrer el mismo camino, su camino, con Él… unidos a Él.






Pon ante Él todo lo que oprime tu corazón.


Jesús es sorprendente, y siempre con un plus de humanidad. Su mirada es una mirada cordial, del corazón… y, así, cura y renueva el corazón herido, humillado y “estresado” por la culpa propia y ajena. Déjate amar y mirar por Jesús.