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sábado, octubre 06, 2007

LLEGAMOS AL CIEN





.....He repasado los encabezamientos de los 99 “Evangelios en la calle” y he podido comprobar lo que puede dar de sí el Evangelio. No encuentras nunca su final y más todavía cuando “se hace calle” y entonces se convierte en un pozo inagotable de sabiduría, una propuesta permanente de liberación y una escuela de valores siempre humanitarios.

.....Por eso con este número cien 1) nos alegramos del pequeño trecho recorrido por el Evangelio en la humanidad y en nosotros, 2) comprobamos el camino tan largo que le queda por recorrer (decimos que es un traje que no hemos estrenado) y 3) pedimos perdón porque no acabamos de creernos su trascendencia tan fuera de lo normal.

.....Por otra parte, reafirmamos la gran intuición que supone que “el Evangelio en la calle” ponga las cosas en su sitio, porque es en la calle donde está vivo el Evangelio convirtiéndose en agua abundante, en luz infinita y en gran tesoro para ella, para la plaza y para el mundo: para todos aquellos momentos y lugares donde se fragua la vida y, por desgracia, la muerte. Precisamente el trabajo de la Iglesia y de los cristianos no puede ser otro que iluminar y dejarse iluminar por esta luz inacabable.

.....Tres frases que el Evangelio pone en boca de Jesucristo vienen como anillo al dedo para recibir nuevo impulso a propósito del cien: “ El agua que yo quiero darle se convertirá en su interior en un manantial del que surge la vida eterna” (Juan 4, 13). “ Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte” (Mateo 5, 14).“Todo maestro de la ley que se ha hecho discípulo del reino de los cielos, es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas” (Mateo 13, 52).

.....Es que el Evangelio es agua para el sediento, luz para el caminante y novedad para el que busca. ¡Ojalá también sea así para ti y para mí!





Antonio Hernández-Carrillo