Páginas

lunes, noviembre 05, 2007

17 de octubre, día de la vergüenza humana.




Fuente: Editorial del número 1.442 de Noticias Obreras




En 1992, las Naciones Unidas señaló el día 17 de Octubre como el Días Internacional para la erradicación de la pobreza. Vista la situación de la pobreza en el mundo, más bien deberíamos llamarle día de la vergüenza, de nuestra vergüenza, de la vergüenza de toda la raza humana.

Curiosamente, en este tiempo estamos asistiendo a la promulgación de un conjunto de medidas sociales como son la ayuda para alquileres o la subvención por hijo nacido, que se orientan a redistribuir la riqueza generada, pero que sólo sirven para perpetuar la situación porque no afrontan el problema en su raíz: las parejas no pueden compatibilizar trabajo, consumo y maternidad, y los jóvenes no ganan lo suficiente para comprar una vivienda. Es como si tuviéramos un resfriado y en lugar de curárnoslo nos dieran una subvención para comprar pañuelos, nos dice una joven madre de familia.

Por lo menos te subvencionan los pañuelos, dirán, cargados de razón, los que no reciben nada, mientras que los demás asentimos aliviados y acallamos nuestra conciencia con un paquete de pañuelos.

Veamos lo que nos ha pasado a nosotros. Hace ya muchos años que Cáritas denunció que el 20% de los españoles vivían bajo el umbral de la pobreza. Aquella revelación puso sobre el tapete algo que se estaba viendo: eran tiempos de crisis económica y de un desempleo galopante y, por lo tanto, parecía normal que hubiera esa tasa de empobrecidos. Para erradicar la pobreza, nos dijeron, era necesario que nuestra economía creciera y generara muchos puestos de trabajo.

Nuestra economía creció a un ritmo impresionante y se han creado millones de empleos: hemos pasado de 12 a 20 millones de cotizantes. Sin embargo, la tasa de pobreza permanece inalterable, lo que equivale a decir que tenemos casi dos millones más de pobres y que muchos trabajadores permanecen en la pobreza. El cuento del crecimiento económico ya no se lo cree nadie.

Si nosotros que tenemos nuestra democracia, nuestros sindicatos, nuestras elecciones, nuestro poder judicial, nuestra libertad de expresión y de denuncia…, nos pasa esto ¿Qué les ocurrirá a nuestros hermanos de esos países empobrecidos y sojuzgados por unos y por otros? ¿De verdad creemos que llegará un día en que el crecimiento económico derramará su abundancia sobre esos hermanos?

Sabemos que no, sabemos que tenemos un solo problema con tres dimensiones. El problema se llama subsistir. Y sus dimensiones son la pobreza, la seguridad y el destrozo ecológico. Esta civilización estamos abocados a plantearnos el problema de la continuidad de la existencia, el problema de si es posible un futuro para la humanidad, para toda la humanidad, o vamos a continuar destrozándonos y destrozándolo todo hasta que no quede nada, para que un grupo de desalmados se muera sin haberle dado tiempo a contar la riqueza que ha acumulado. ¿De qué le servirá?

Hermanos hoacista y lectores de Noticias Obreras, el problema que tenemos no se soluciona ni con la técnica ni con la ciencia. Tampoco lo va a solucionar la política porque está mediatizada por la ciencia y por la técnica, le falta corazón. El problema es de vergüenza, ante Dios y ante los pobres, los técnicos, los científicos, los políticos, los banqueros, los empresarios, los sindicalistas, los enseñantes, los voluntarios, los creyentes, los ateos, los jueces…, etc., sólo un poco de vergüenza puede volver las cosas a su sitio. Mientras tanto, recuerda lo que decían los Santos Padres: Alimenta al que muere de hambre, porque, si no lo alimentas, lo matas. Ellos sí tenían vergüenza.



NOTICIAS OBRERAS
1.442 (16-10-07/31-10-07)