Antonio Hernández-Carrillo
Publicado en nº 102 del periódico "TU"
-----“Y la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros; y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad”. (Evangelio de Juan 1, 14).
-----Decir Navidad es decir que Dios es de los nuestros, que no es alguien extraño. Es el Dios con nosotros, para nosotros y como nosotros. Es decir: Dios se hace de nuestro barro, de nuestra pasta, de nuestra carne y así podemos contemplar la gloria desbordante propia del Hijo único del Padre que nos llena de su gracia y verdad.
-----El citado prólogo de Juan nos lleva a la Carta a los Filipenses (2, 6-7): “El cual, siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres”.
-----No va, por tanto, descaminado el encabezamiento: En Navidad recordamos y hacemos presente que Dios, el único dueño de todo, se hace un esclavo.
-----Por eso mismo nos vamos al tercer texto: “Pues ya conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual siendo rico, se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza (2ª Corintios 8, 9)”. Todo está dicho y sobra cualquier comentario. Llama la atención eso de enriquecernos con su pobreza. ¿Increíble?
-----Son tres citas grandiosas del Nuevo Testamento. Proclaman con claridad que: Navidad es locura, sorpresa y abajamiento, condensan el gran mensaje de estas entrañables fechas y de todo el año y me recuerdan las palabras escuetas que ponía en su tarjeta de presentación un viejo militante de la HOAC, Guillermo Quintanilla: “Peón por la gracia de Dios”. ¡Esta forma de presentarse sí que tiene gracia y fuerza revolucionaria! Y desenmascara, sin trampas ni tapujos, tantas ansias de títulos y de poder y tantas estupideces de unos y de otros.
-----Imagínate una Navidad así. ¿Una sociedad como la nuestra la aguantaría? ¿Qué estás tú dispuesto a hacer?
