Publicado en el Ideal de Granada el 29-11-08
Trini Rodríguez Moreno
---- Casi a diario me voy enterando que un familiar cercano, un amigo, un vecino, un compañero y gente con la que convivo día a día es despedida de su trabajo o no le renueva su contrato laboral o no la llaman para trabajar después de haber superado esa entrevista o ese examen o esas pruebas en las que fue seleccionada para cubrir un puesto de acuerdo con su titulación, conocimientos, experiencia etc. Entra a formar parte de esa gran multitud que llamamos los parados (con subsidio o sin él).
---- De todos ellos, y se puede decir que los hay con suerte (dentro de esta situación tan inhumana) los más privilegiados cobrarán unos cuantos meses de paro y esto les facilitará respirar un poco, mientras intentan, de nuevo, formar parte de otro gran grupo de personas que cada vez va siendo más reducido: el de los trabajadores en activo.
---- Otros, ni ellos siquiera lo sabían, no podrán cobrar el paro porque su empresario no ha cotizado por ellos. Han pasado días, meses e incluso años en los que no han hecho otra cosa que trabajar y trabajar. Nunca han tenido tiempo de ponerse enfermos, ni de ir a las reuniones del colegio de los niños, ni de disfrutar de vacaciones, ni de gustar de una vida familiar, sino de mirar por la empresa y ese es el pago que reciben ahora. Nunca se les había ocurrido pedir una Fe de Vida Laboral, no lo veían necesario, creían que su trabajo, estaba totalmente legalizado y no era así. Surgen ahora los problemas familiares al no poder hacer frente de pronto a las cargas económicas ya contraídas.
---- Y qué decir de los prejubilados, con poco más de 48 ó 49 años, sin saber otra cosa que trabajar, han entrado a formar parte de otro gran grupo Trabajadores Pasivos, con muchos años de cotización bajo sus espaldas, con una gran experiencia laboral, con conocimientos profesionales y sobre todo con una larga vida por delante son excluidos del mercado de trabajo. Con pensiones indignas en muchos casos. Más de uno ha caído en una gran depresión y a necesita ayuda psicológica.
---- Los jóvenes son la carne de cañón de la crisis que estamos padeciendo. Ellos en su mayoría aún ni siquiera se han incorporado al mercado de trabajo y si lo han hecho en muchas ocasiones ha sido desde la economía sumergida. Tienen contratos en prácticas o temporales, son becarios y suelen ser las víctimas más afectadas directamente. Muchos que, en su momento se independizaron de sus padres, se han visto en la necesidad de volver al hogar que abandonaron para emprender una vida por sus propios medios. Esta vuelta provoca verdaderos conflictos familiares en multitud de ocasiones.
---- Muchos jóvenes se ven obligados a ser eternamente estudiantes de módulos, cursos especiales, master… para poder ir elaborándose un currículo competitivo y poder en algún momento incorporarse a la vida laboral. Otros se ven en la necesidad de trabajar en la economía sumergida y otros a pasar el día a día sin más, cayendo en la droga e incluso en la delincuencia.
---- Hay muchas familias trabajadoras que después de una larga vida de cierto desahogo económico, de haber pagado su hipoteca religiosamente plazo a plazo hasta haber adquirido su vivienda habitual en propiedad, de pagar todas las letras del coche, de haber dado la entrada para una segunda vivienda y pagarla poco a poco y disfrutarla en sus días de descanso, se ven obligados a ponerse de avalistas de la hipoteca de un hijo, de un amigo, de un compañero que por desgracia se queda en paro y ven cómo todos sus esfuerzos de muchos años de trabajo duro se van a garete al ser embargados todos sus bienes.
---- Ante esta situación social tan alarmante, las familias se las tienen que ingeniar para salir adelante y sobrevivir, recurriendo unos a empeñar sus pertenencias como alguna que otra alhaja de oro, posiblemente heredado de sus antepasados y con un gran valor sentimental en el Monte de Piedad y otros a vender objetos en tiendas de segunda mano, como el otro día, comentaba algún medio de comunicación, para sacar un “dinero” que le sirva para poder hacer frente a los gastos más inmediatos.
---- También conozco a gente que se ha vuelto a trasladar para vivir en su pueblo de origen casi siempre rural, por no poder hacer frente a un alquiler al quedarse sin trabajo. Allí tiene un terreno que aunque pequeño y que en los últimos años nadie ha cultivado, por no ser rentable, ahora puede resultarle útil para sacar algunos productos que sirvan para el autoconsumo familiar. Esperan sobrevivir con los escasos ingresos que a partir de ahora van a tener.
---- Otros, ante la desesperación y el hambre, acuden a Caritas pidiendo una ayuda, otros a los comedores sociales, otros al banco de alimentos, los más privilegiados a familiares más cercanos y así se van creando redes de solidaridad y apoyo social.
---- Es curioso ver cómo las familias trabajadoras ante situaciones dramáticas de paro, de crisis económica, de falta de futuro y de crisis de valores como el servicio la honestidad, la honradez, la militancia, el amor, la entrega etc. muchas de ellas se las ingenian para unirse y crear conciencia compartiendo lo que tienen con otros más necesitados que ellos.
---- Seguramente tú conoces casos parecidos y los vives en tu propia carne.
---- ¿Seguimos resignándonos soportando las consecuencias de esta crisis que otros han provocado?
---- ¿Seguimos diciendo sálvese el que pueda?
---- ¿Qué podemos hacer?
---- ¿Las ideologías y las creencias de cada uno o de cada grupo están sirviendo de tapaderas de esta situación tan injusta o de revulsivos contra ella?
---- Yo, desde mi fe cristiana, estoy indignada y viendo con mis amigos y compañeros qué podemos hacer.
---- ¿Las víctimas tendrán espera? ¿Esta sociedad “tan avanzada” puede seguir soportando tanta inhumanidad?
Trini Rodríguez Moreno
( HOAC de Granada)