Publicado en el Ideal de Granada el 19-01-09
Tomás Martínez Salinas
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-----Cuando la realización, el desarrollo y la felicidad de las personas y los pueblos no se quieren conseguir a costa del sufrimiento de nadie, sino procurando lo mejor y lo más justo para todos, entonces decimos que estamos siendo asertivos; o sea, que en las relaciones humanas, buscamos la “eficacia” en clave de “justicia”; que en la comunidad social y política perseguimos y queremos lograr el bien común.
-----Siendo lo más genuino de la naturaleza humana la “identidad relacional”, debemos centrar en ello el sentido de la realización del hombre; en su vocación de ser con los demás, de ser en relación con los otros. Pero esa vocación, esa tendencia a ser con los de su especie, esa ansia de encuentro para el propio crecimiento y realización, está mediatizada por la cultura desde la que se sitúan las personas, y bajo la que piensan, deciden y actúan los individuos y los grupos, influenciados, contaminados o alienados por ella y por los valores que esa misma cultura transmite.
-----La vocación relacional en positivo del ser humano podría desarrollarse perfectamente en una cultura liberadora, porque educar en ella de manera asertiva, los pensamientos, las decisiones y los comportamientos de las personas, sería su objetivo prioritario, dado el reconocimiento práctico de ese medio cultural a estos planteamientos y actitudes. Pero esta misma vocación relacional de las personas, se frustra y se tiñe de negatividad cuando el ser humano queda atrapado en el señorío global de la cultura liberal capitalista.
-----El capitalismo dificulta, cuando no impide, que el ser humano desarrolle su vocación relacional positiva porque niega de hecho la justicia como componente esencial del concepto “asertivo”, suplantándolo, de forma interesada, por el de la competitividad; justificando su necesidad para el logro del éxito y la realización de las personas y de los grupos humanos. El capitalismo cultural ha propiciado que las relaciones humanas se conviertan a todos los niveles en “relaciones de rivalidad”, “relaciones de poder” que generan todo tipo de violencia humana: la violencia del hombre contra los de su especie y contra la misma Naturaleza que lo sustenta y cobija; la violencia de los fuertes contra los débiles.
-----La cultura capitalista y liberal manipula los Valores y frena los Derechos Humanos, negándoles, en la práctica, la posibilidad de su desarrollo universal; la cultura capitalista y liberal posibilita el relativismo de los principios éticos y morales donde estos valores y Derechos se sustentan. Todo, en nombre de un atávico concepto de la libertad humana, que, en esta cultura, queda subordinada a los intereses económicos y de mercado.
-----Esta cultura deshumanizadora infravalora al ser humano como trabajador, considerándolo una pieza más del sistema productivo, del que se puede prescindir en cualquier momento en aras de la productividad y del beneficio capitalista. La persona, reducida a la consideración de ser “productor-consumidor”, se realiza alienado en el “tener”, en el satisfacer sus “deseos”, presentados, interesadamente por esta cultura consumista, como “necesidades” imprescindibles para conseguir felicidad, y a la que obviamente sólo pueden acceder, desde la mentalidad individualista y obtusa de la cultura capitalista, un número limitado de personas privilegiadas de las pocas sociedades opulentas de este mundo globalizado, que, en su mayor parte, clama justicia y solidaridad desde la miseria y el dolor de los empobrecidos.
-----Es así que el ser humano alienado sufre del mal de esta cultura: Infeliz, siempre insatisfecho, competitivo, individualista y hedonista; insaciable depredador de la Naturaleza y agresivo para con los demás. Un ser deshumanizado, ahogado en sus propias expectativas y posibilidades de ser de otra manera; de no poder ni saber cambiar para mejor, porque la cultura dominante capitalista difícilmente se lo posibilita.
Hoy, a esta crisis de Valores del sistema capitalista que va produciendo un perverso cambio antropológico, se ha unido ahora la que afecta al núcleo económico del sistema, al generador principal del malestar cultural y de la infelicidad humana. Y ante esta coyuntura no debemos permanecer impasibles, ni esperar como simples víctimas del desaguisado, a que nos “refloten” el sistema en beneficio de los mismos poderosos que, con un desmedido afán de lucro, lo han hecho entrar en crisis. No aceptemos más de lo mismo; no podemos permitir que se consolide, cuando se supere este bache financiero que tan injustamente descarga sus peores efectos sobre los trabajadores más precarizados, el cambio antropológico deshumanizador que va forzando el propio sistema económico y la cultura que lo acompaña.
-----El compromiso obrero y cristiano por el bien común, puede ayudar mucho a esta sociedad enferma a realizar su regeneración cultural, desde las propias tendencias naturales reeducadas del ser humano y desde la fe en sus posibilidades de “ser” de otra manera. Unido al compromiso liberador de ese ejército de empobrecidos, sufridores e inconformistas de todo el mundo, y aun a contracorriente de las mayorías alienadas del capitalismo, se debe aprovechar esta crisis financiera del sistema y el malestar humano que genera su cultura, para gritar un “!¡basta ya!”, acompañado de testimonios y modelos de vida alternativos que cuestionen y contagien a personas, ambientes e instituciones.
-----Más que nunca, ahora, aprovechando esta crisis capitalista, necesitamos visualizar ejemplos de vida liberadores que ayuden a la persona insatisfecha a valorar la austeridad frente al consumismo y el compartir frente al individualismo; a reivindicar sin miedos el derecho a un trabajo decente y a un salario digno que cubra las necesidades básicas de los individuos; testimonios que hagan comprender que el tiempo que desde la gratuidad dedicamos a la familia, a los amigos y al compromiso solidario, es el auténtico tiempo de vida; modelos que muevan a abandonar el pragmatismo económico alienante y apuesten, tras el trabajo, por el descanso y el ocio creativos que desarrollan sentimientos, habilidades y destrezas, desde la propia vocación de las personas.
-----El Evangelio de Cristo rubrica y alimenta estas propuestas y aspiraciones de realización humana global, desde la centralidad de la justicia y la solidaridad de los débiles; desde el compromiso de sus seguidores por una cultura nueva y liberadora que posibilite el desarrollo de auténticos valores humanos.
Tomás Martínez Salinas
HOAC de Granada
HOAC de Granada