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domingo, abril 05, 2009

Semana Santa: una Historia de Solidaridad

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Enviado al Faro de Motril el 25-03-09
Miguel Salinas Donaire



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----- Que la Semana Santa de nuestra tierra es un acto público-cultural de primer orden, que durante todo el año moviliza cientos de voluntades que confluyen en primavera, en las calles de nuestros pueblos y ciudades, que son una expresión de piedad popular sin precedentes es innegable. Igualmente podemos decir con acierto que son un espectáculo y un excelente reclamo turístico de temporada potenciado incluso desde ámbitos beligerantes con la raíz creyente de estas celebraciones.

----- Pero esta fiesta, cristalización de la cultura cristiana en nuestra tierra ¿merece realmente el calificativo de CRISTIANA en cuanto que COHERENTE con lo más genuino del EVANGELIO-BUENA-NOTICIA? Cuál es el criterio que debemos utilizar para discernir si esto es así o no. Qué hemos de preguntar, qué hemos de observar para verificar que la Semana Santa, y cualquier manifestación de fe, es expresión de la Fe en el Dios de Jesucristo.

----- Creo que el mejor camino es ir a la fuente, hacer como los discípulos de Juan el Bautista cuando espetaron a Jesús esta pregunta: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” La respuesta de Jesús no pudo ser más clara y menos teórica: “Id y contad a Juan lo que oís y veis: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, … los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncia la buena noticia”

----- La afirmación “Dios nos sacó de Egipto” dicen los estudiosos que fue la primera confesión de fe del pueblo de Israel. Todo se desencadena desde esa experiencia minuciosamente descrita en el Éxodo. El Génesis, dicen estos expertos, que fue escrito a posteriori, a modo de prólogo de esta historia de solidaridad vivida en carne propia por el pueblo esclavo en Egipto.

----- A Jesús de Nazaret lo confesamos Dios cuando lo vemos partir el pan, al constatar que efectivamente es el hombre solidario, el hombre-para-los-demás, el hombre cercano y entrañable capaz de hacer suyos los problemas del otro, especialmente de los más débiles, de elevar a categoría absoluta el valor de la persona humana al identificarse con todas y cada una de ellas y actuar en consecuencia aunque ello le cueste la propia vida.

----- La mejor narración de Dios, la mejor confesión de fe siguen siendo hoy la que produce liberación, la que nos saca de Egipto, la que devuelve la dignidad a las personas: a los sin techo, a los condenados al hambre, a los atenazados por el paro o sometidos a condiciones indignas y peligrosas de trabajo, a los que tienen que dejar su tierra para buscarse la vida, a los que llegan en patera, a los enfermos, a los castigados con la soledad y el olvido, a las familias que no llegan a final de mes, a los presos, también a los delincuentes, …

----- La mejor historia de Dios la cuentan hoy las manos, las gargantas, las plumas, … , creyentes y paganas, empeñadas en construir un mundo más humano, a la medida de los hombres y de las mujeres. Nos hablan verdaderamente de Díos hoy los empeñados en hacer realidad la Justicia, los Solidarios, aquellos que tienen ojos y oídos para los más débiles, que son capaces de curar, de acoger, de denunciar, ayudar, de organizarse, de trabajar con el corazón limpio por las personas, en su profesión, en la organización, desde la empresas, en el tu a tu, solos o junto con otros, los que han hecho norma de vida que no hay nada más sagrado que las personas, hombres y mujeres de cualquier color, país o credo. Los dispuestos a olvidarse de ellos mismos en favor de la humanidad del otro.

----- La Semana Santa cristiana es la que celebra la fidelidad, la solidaridad, y el compromiso incondicional por el hombre, para que tenga vida y la tenga en plenitud, que nos muestra a Dios. En Semana Santa celebramos las más excelsa teofanía: el Cristo Solidario. La constatación práctica de la solidaridad, el amor incondicional, la preocupación por el hombre y por la justicia, deberían ser el auténtico centro de nuestras “celebraciones”. Esto ha de ser lo esencial para que nuestras “semanas santas” sean mucho más que expresiones publico-culturales de piedad y puedan ser signos inequívocos de la presencia del Dios de Jesús entre nosotros.

----- Pero además esta “Historia de Solidaridad” debería contarse en todas y cada una de las semanas del año. Para que efectivamente la solidaridad sea algo más que un sentimiento, para hacerla operativa en beneficio de todas las personas, se ha de convertir primero en cultura, es decir, en el sustrato que coloree los elementos de juicio, los criterios de valor, las prioridades, de las personas y de las instituciones, en el día a día, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos y para que se propicie un hombre solidario y plenamente humano, alternativo al que nos propone la cultura hegemónica: individualista, hedonista, productor-consumidor, funcional al sistema socio-económico imperante.

----- ¡Cuántos ansiamos que esta historia se escriba con trazo grueso! ¡Cuántos pobres necesitan hoy esta Buena Noticia! ¡Qué magnífico impulso experimentaría la causa del hombre y de la mujer si cada primavera esta fuese la esencia de nuestras celebraciones!





Miguel Salinas Donaire
Centro Hoac de Motril