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miércoles, febrero 03, 2010

NO QUEREMOS COMIDA, QUEREMOS TRABAJO



Antonio Hernández-Carrillo
Publicado en nº 119 del periódico "TU"

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     Un grupo de gente buena llevó unos alimentos a una familia que llevaba mucho tiempo sin trabajar pensando lógicamente que aquellos parados iban a aceptar la comida con solamente un comentario favorable al gesto, pero he aquí que los afectados respondieron con mucha amabilidad, pero con rotundidad: “No queremos comida, queremos trabajo”.

     Esta frase quedó grabada en aquel grupo y, cuando me lo refería, todos contamos algunos casos parecidos y nos alegrábamos de que hubiera trabajadores con esa condición, para nosotros, tan digna. Quizás no sea la respuesta normal, decíamos, pero contiene ideas y garra. Y seguíamos comentando que querer ganarse el pan con el sudor de la frente y no tanto desear comida, subsidios o ayudas familiares, subvenciones o beneficencias es tener un corazón de trabajador, de luchador que lleva consigo una conexión inmediata con el Obrero de Nazaret (Marcos 6, 3), primer eslabón de la corriente cristiana de dedicación honrada al trabajo y de lucha contra la explotación. Así aparece en muchos escritos de la Biblia de los cuales sólo cito uno: 2ª Tesalonicenses 3, 6-15.

     Bien es verdad que las expectativas de los destinatarios de la carta citada eran otras, pero sus afirmaciones sobre el trabajo valen para todos los tiempos: “Conocéis perfectamente el ejemplo que os he dado, porque no hemos vivido ociosamente entre vosotros, ni hemos comido de balde el pan de nadie…Porque cuando vivíamos entre vosotros os dábamos esta norma: El que no quiera trabajar, que no coma…Les exhortamos a que trabajen en paz y ganen el pan que se comen”.

     ¿Qué decimos de una sociedad tan “avanzada” que no es capaz de proporcionar trabajo a sus hijos más necesitados? ¿Cómo entender la pasividad de estos hijos que no se rebelan ante la falta tan alarmante de trabajo y, para más inri, se conforman con las migajas?

     La lucha por el trabajo y en el trabajo es el lugar privilegiado de la existencia obrera, humana y cristiana. Lo demás vendrá por añadidura.-