NAVIDAD: GARANTIA DE LA ESPERANZA
Ignacio Peláez.
Sentados en un banco del parque, los dos amigos tomaban el tibio sol de una fría tarde de otoño, mientras hablaban, distendidos, de lo humano y lo divino.
Hasta que uno de ellos cayó en la cuenta de que ya estaban a 15 de diciembre, muy próximos por tanto a la Navidad. Y el tema de la Navidad centró la conversación de los dos amigos.
“Para mí la Navidad es triste; me trae recuerdos de seres queridos que ya se fueron, y de acontecimientos alegres que no se repetirán”…, dijo pausada y tristemente uno de los dos amigos.
“A muchas personas les ocurre tres cuartos de lo mismo”, respondió el otro amigo; y se lamentó de que para cantidad de gente se haya achatado el sentido de la Navidad, quedando reducida a días de comidas familiares, de regalos, de vacaciones de los niños…y poco más.
“Muchos se han olvidado, o desconocen --siguió lamentándose el amigo—el verdadero significado de la Navidad. Son días de fiesta, sí…y de fiesta grande, pues la Navidad significa, nada más y nada menos, que "Dios-está-con-nosotros".
Y “Dios está con nosotros” no como el familiar, que viene de la ciudad al pueblo, marchándose a los pocos días. “Dios está con nosotros” no como el vecino que nos dice que podemos contar con él, pero cada cual está en su casa. No es ése el significado de la Navidad.
Navidad quiere decir que Dios está con nosotros en las alegrías y en las penas; en la salud y en la enfermedad; en la vida y en la muerte. Significa que Dios se ha subido a nuestra barca, para hacer con nosotros la singladura de nuestra vida, tanto si la mar está en calma, como si está tormentosa.
Que Dios está con nosotros quiere decir que Dios ha hecho suya nuestra propia vida; ha hecho suyos nuestros aciertos y errores; nuestros triunfos y nuestros fracasos.
Significa que le importan nuestras cosas, y que le importan tanto que sufre cuando sufrimos y disfruta cuando gozamos. Significa que El es nuestro Padre-Madre, exclusivamente bueno, que carga con nuestros pesos y alardea de nuestros éxitos”…
Hubo un silencio entre los dos amigos, que quedaron pensativos, meditando estas ideas que fueron saliendo del corazón de uno de ellos, como brota el agua mansa de un sencillo manantial…El sol había seguido su curso hacia el poniente y las sombras se alargaron. Un pajarillo se posó en un árbol cercano a los dos amigos y sin más empezó a trinar.
El amigo, que había escuchado atentamente a su amigo en su largo monólogo, rompió el silencio y dijo: “Entonces eso quiere decir que es posible la esperanza. Pues si Dios va en nuestro mismo barco, éste no puede naufragar, aunque la mar se encrespe y rujan las olas.. Si Dios va con nosotros por nuestro mismo camino, no nos podemos perder. Si Dios ha cargado con nuestra propia vida, ésta no puede acabar con la muerte”.
“Exacto, --respondió el otro amigo—has dado en la tecla: es posible la esperanza!!...Y yo diría más; es segura la esperanza!!. Pues Jesús dijo: "el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán" . Y El ha dicho que caminamos hacia Dios; que nuestro destino final es la casa del Padre; que ha venido –en Navidad- para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.
Por eso Navidad significa que es posible la esperanza, porque Navidad -el Dios con nosotros- la garantiza… Ya que Navidad es, por consiguiente, la garantía de la esperanza”…
Se había hecho tarde en el parque y los dos amigos se levantaron para regresar, pues ya era noche cerrada.... Pero en sus corazones se había encendido una luz.-
Ignacio Peláez Pizarro