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viernes, diciembre 29, 2006

La temporalidad que no cesa



Según datos de Eurostat difundidos por el Instituto de Estudios Económicos (IEE), la tasa de temporalidad española alcanzó en el primer trimestre del año el 33,3%, cifra que representa más del doble de la media comunitaria (14,2%) y sitúa a nuestro país en primer puesto del ranking de temporalidad de los veinticinco.

Por otra parte si comparamos este dato con el del mismo período del año anterior (31,9%) observamos que para 2006 el dato resulta superior en 1,4 puntos porcentuales poniéndose de manifiesto una clara y preocupante tendencia al alza.

Pero si bien estos datos son mala noticia para los trabajadores, especialmente para los más desprotegidos, para “otros” es un dato magnífico, una tendencia especialmente benigna en la que hay que insistir como se afirma sin rubor por este mismo Instituto (IEE) en su informe de coyuntura, elaborado según las opiniones de destacado economistas del sector privado y de la universidad, publicado el pasado 21 de diciembre “Reformas para un desarrollo sostenible” en el que podemos leer la siguiente cita referida a la inmigración y a sus bondades como paradigma de “un mercado laboral flexible”:

El papel de la inmigración.

La incidencia de la inmigración en nuestra economía también ha sido objeto de estudio del IEE. Su impacto sobre nuestras cifras de crecimiento y empleo constituye una prueba de los beneficios de contar con un mercado laboral flexible. Por este motivo, entre las actuaciones más urgentes en el campo de las reformas estructurales destacamos la necesidad de llevar a cabo una reforma profunda del mercado de trabajo, que comprenda la negociación colectiva, los costes del despido y las modalidades de contratación. La reciente reforma laboral es parcial y poco ambiciosa, al centrarse únicamente en el objetivo de reducir la temporalidad en el empleo.

Además, hay que profundizar en el camino de la desregulación y la introducción de competencia en determinados sectores, como mecanismo para contener la inflación y aumentar la eficiencia y, por tanto, la competitividad de la economía. En el caso de la distribución comercial, el Gobierno debe dar marcha atrás a las medidas adoptadas hace dos años, y liberalizar los horarios comerciales. Además, se debe tratar de eliminar las dobles licencias. …”


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