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viernes, junio 19, 2009

¡ Adiós, muchachos, adiós !

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Publicado en el Ideal de Granada el 19-06-09
Amparo Gea Bonel



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----- Como cada año, al llegar estas fechas, siento que acaba un periodo importante de mi vida, apasionante…O tal vez no acaba, continúa, la vida apenas acaba de empezar para mis alumnos, para esos muchachos y muchachas que acaban una etapa educativa y ya se asoman a la vida laboral. Como siempre, aparecen miles de interrogantes: ¿Habrán aprendido lo suficiente para ser unos buenos profesionales?, ¿les habremos ayudado a ser mejores personas?, ¿qué les espera a partir de ahora?, ¿encontrarán un buen trabajo?, ¿serán felices, en definitiva?

----- Esta profesión nuestra tiene eso, que se levanta una cada día con la ilusión renovada de trabajar con estos jóvenes, con la utopía de intentar sacar lo mejor que cada uno de ellos lleva dentro. Sí, realmente ser profesora es una de las labores más bonitas que existen.

----- Pero no todo es tan idílico en esto, hemos tenido nuestros más y nuestros menos. Ha habido tiempo y lugar para todo. Hemos reído y hemos llorado, hemos aprendido y nos hemos esforzado, hemos sido solidarios y buenos compañeros. Pero, en ocasiones, también nos hemos comportado de forma egoísta, ha habido incomprensiones, demasiada competencia para intentar sacar “sólo yo” las mejores notas para entrar en la Universidad, a veces también el respeto de unos hacia otros no era el que debemos a los demás sólo por el hecho de ser personas.

----- Ahora ellos se van, unos seguirán estudiando en la Universidad, otros dejan el sistema educativo. Muchos ya han partido a otros lugares, lejos de sus casas, para incorporarse a un puesto de trabajo, casi siempre relacionado con la hostelería o el ocio, y ahorrar un poquito de dinero, que les permita medio tirar el curso que viene, para no costarles mucho a sus padres. Son esos muchachos y muchachas que, gracias a Dios, en el mejor de los casos, bajarán la cifra del paro durante los meses de verano, a costa de mucho sacrificio, muchas horas y poca remuneración.

----- En otros casos, puede que consigan trabajar en algún puesto laboral relacionado con su capacitación profesional, pero, al ser tan jóvenes, es posible que les ofrezcan algún contrato precario, en condiciones que nada tienen que ver con lo exigible por ser personas, como puede ser sin derecho a pagas extraordinarias, con “incentivos” de una miseria para que lleguen un minuto antes a su trabajo…Y a veces, sí, aunque no se lo crean, a veces hasta pueden tener la “suerte” de trabajar sin recibir remuneración, ya que tienen que “seguir aprendiendo”.

----- La Doctrina Social de la Iglesia, señala que toda persona tiene derecho a un trabajo que le permita desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ejercicio de su profesión, y a una remuneración equitativa que le permita, a ella y a su familia, llevar una vida digna en el plano material, cultural y espiritual.

----- Entonces, ¿qué tenemos que decir, o mejor qué debemos de hacer los cristianos acerca de estas situaciones?

----- En primer lugar, pienso que podríamos empezar con ser una imagen de integridad para nuestros jóvenes, no sólo desde el ámbito educativo, sino, con la misma fuerza, desde el ámbito familiar y social.

----- Estos muchachos y muchachas son únicos para leer entre líneas. Captan la competencia desmedida entre sus mayores; o si por el contrario, si existe compañerismo, solidaridad, colaboración para que las cosas se hagan mejor. Perciben como nadie la importancia que le damos a todas y cada una de las personas por el mero hecho de ser personas; o si nos importan solamente nuestros logros individuales. Notan claramente si los tratamos como iguales, si nos preocupan realmente, si los respetamos, o por el contrario; si sólo son un instrumento de producción, un número en nuestro cuaderno.

----- Tendríamos que posibilitar que no se sientan utilizados por su rendimiento, en lugar de sentirse útiles como integrantes y modeladores de una sociedad, que es la suya.

----- También podemos, si alguno tenemos esa posibilidad, procurarles un trabajo que les permita vivir dignamente, que les deje tiempo de vida suficiente para desarrollarse como personas, no viendo en ellos mano de obra barata, esperando encima que nos agradezcan eternamente el “favor”.

----- Igualmente, debemos estar atentos, apoyar y colaborar con las distintas iniciativas políticas, sociales, sindicales, que defiendan la dignidad del trabajador y trabajadora ante todo, que luchen por hacer la vida mejor no sólo para unos cuantos, sino para todos, y muy especialmente para los más débiles.

----- Bueno, queridos alumnos y alumnas con los que he tenido la gran suerte de compartir tantas cosas, como siempre os digo cuando acabamos el curso: que encontréis un trabajo digno, y que seáis muy felices. Adiós, muchachos y muchachas. Adiós, mis niños, adiós.



Amparo Gea Bonel
Hoac de Granada